jueves, 28 de octubre de 2010

Arte en un cobertor



Hace unos días que pasé por una tienda vi cobertores con diseños del artista Romero Britto impresos. Frazadas, tapetes, cobertores y cojines con impresiones del brasileño que ha llegado con su obra a América Latina.
¿Hasta dónde se degrada el arte con la impresión mercantilista de este tipo de artículos?

Seguramente será criticado por algunos fundamentalistas por caer en este tipo de estrategias, aunque no es sólo en su gira por estos lares. Ya acostumbraba la venta de arte-objeto. Incluso tiene un set de maletas que compraría sin dudar.

Hacer alcanzable el arte es sin duda quitarle este halo de magnificencia que hace creer a la gente que sólo se encuentra disponible para las clases altas (por aquello de lo culto). En algunos museos como el MOMA ya empezaron a fomentar ciertas actividades como la decoración de bolsas de manta o tela por gente que asiste al museo. Supongo que será grave si el objetivo únicamente es vender.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Los homenajes

Vi un cartel de feria del libro.
Homenajean a un escritor y analista que en los bajos mundos de la comunicación es conocido como pluma a sueldo, gobiernista y oportuno.
Lo que no me queda claro es si los organizadores no se dieron cuenta o si es una acción de respaldo.
De cualquier manera una feria que resalta la labor de una persona así no puede dejar ninguna cosa buena para la formación de públicos lectores; al contrario, legitiman la obra como si fuera buena e incitan su lectura.

Triste situación.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Escultura bicentenaria

Canfield recién hizo la escultura del Coloso para los festejos patrios.
Menudo debate el que se ha provocado a causa de su parecido con Benjamín Argumedo, antirevolucionario y quien traicionó a Villa y Zapata (o por lo menos eso dicen varios sitios)
Arte, según Othón Téllez (artista y docente impecable) remite a la resignificación de una realidad.
Dado que "la obra" más bien parece una copia de una imagen que alguien buscó en google al teclear la palabra revolución, la escultura no sería una pieza artística, sino un intento visual de monografía-pagada-por-el-gobierno.
Cuando a alguien se le ocurrió que el Coloso se parecía a Argumedo la referencia fue borrada de inmediato. Quizás confiaban más en que nadie se daría cuenta y que la ignorancia seguiría prevaleciendo sin ser cuestionada. Afortunadamente surgió la crítica.

Lástima que en general, las manifestaciones culturales sigan siendo un dejo de hegemonía y que se reste espacio de difusión a las obras que surgen como un repensamiento de nuestra realidad.